Recibiendo al Extranjero

por | Abr 16, 2019 | Hechos 30

Muchos de nosotros hemos visto en nuestros vecindarios, ciudades o noticieros la cruda realidad del gran movimiento de personas que está sucediendo en nuestro continente. En Centro América sabemos de miles que se desplazan hacia los Estados Unidos y en Sudamérica hay miles de venezolanos moviéndose a Colombia, Perú, Ecuador y el resto del continente. Ante esta grave situación ¿qué está haciendo la iglesia y cómo está respondiendo?

Joshua es un niño de 2 años que, como muchos otros, ha tenido que salir de su país Venezuela, en busca de un futuro y una esperanza. Joshua, sus padres y familiares llegaron hasta la frontera para emprender una caminata de cientos de kilómetros por las carreteras colombianas. El recorrido dura varios días y tiene muchos desafíos, entre ellos Berlín, una zona a más de 3.000 metros de altura y donde se calcula que por causa de las bajas temperaturas han muerto alrededor de veinte caminantes.

«…¿qué está haciendo la iglesia y cómo está respondiendo?…«

Durante el ascenso Joshua se enfermó de gripe. Esto hizo que sus padres emprendieran el viaje de vuelta hacia la ciudad fronteriza de Cúcuta. Ellos temían por la vida de su hijo. En el camino de vuelta se encontraron con nosotros, Carpa Esperanza.

Carpa Esperanza es un ministerio conjunto entre JUCUM y Camino de Vida Iglesia Metodista Libre en Colombia. Allí les brindamos a los caminantes alimento, calzado, ropa, medicamentos, suplementos alimenticios, atención médica, lavado y masajes en los pies. Todos estos servicios son para ayudarles a resistir las duras jornadas de 8-10 horas diarias de caminata, los fuertes cambios de clima, la incomodidad al dormir y el peso de las mochilas que llevan. A través de este ministerio hemos tocado la vida de aproximadamente 5.350 caminantes, entre hombres, mujeres, niños e incluso bebecitos de meses.

«A través de este ministerio hemos tocado la vida de aproximadamente 5.350 caminantes, entre hombres, mujeres, niños e incluso bebecitos de meses».

Al llegar a la carpa atendemos a los caminantes como Joshua y su familia con amor. A la vez, les compartimos el evangelio y les infundimos esperanza. Al terminar los despedimos en oración y muchas veces lloramos juntos porque sabemos que enfrentarán muchos peligros antes de llegar a sus destinos. En medio de esto, muchos de ellos han entregado sus vidas a Cristo. Algunos nos han escrito para contarnos que llegaron bien y hemos podido ubicarlos en alguna congregación que continúe mostrándoles y hablándoles del amor de Dios.

En el caso de Joshua y su familia pudimos encontrar una buena forma de ayudarles. Gestionamos recursos para que pudieran pagar dos meses de alquiler de una vivienda y emprender un pequeño negocio familiar en Villa del Rosario, una población fronteriza.

Como equipo sabemos que no podremos ayudar a todos, ni siquiera a la mayoría, y que muy posiblemente no volveremos a ver a muchos de los que ayudamos. Sin embargo, historias como las de Joshua y su familia hacen que bien valga la pena seguir esforzándonos en gestionar donaciones, voluntarios, y todo tipo de recursos para que Carpa Esperanza sea un lugar de amor.

«…En medio de esto, muchos de ellos han entregado sus vidas a Cristo».

Aquellos que servimos a los caminantes hemos visto el rostro de Dios en ellos.  También vimos muchas personas que, al dejar su ambiente familiar y social, sienten una nueva apertura a las cosas de Dios y entienden que necesitan ayuda divina para enfrentarse a las presiones morales, económicas, emocionales y espirituales del camino. Esta es la oportunidad para que como iglesia les sirvamos y lleguemos a ser su nueva familia que provee tanto alimento físico como espiritual. Eso, que ahora es nuestra realidad, nos llama a responder con aun más fuerza a lo que nuestro continente está viviendo.

«Esta es la oportunidad para que como iglesia les sirvamos y lleguemos a ser su nueva familia que provee tanto alimento físico como espiritual». 

 

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Omar Villadiego es un candidato local de Camino de Vida Iglesia Metodista Libre en Colombia. Por años Omar ha trabajado como parte del staff de JUCUM en Medellín, Colombia.