Vida abundante y crecimiento espiritual en medio de las tragedias
por Jeff Finley
Han pasado muchas cosas desde que Brenda Nagunst se convirtió en la pastora principal de Abundant Life Fellowship en Chewelah, Washington, en enero de 2020. Si bien la pandemia de COVID -19 ha creado nuevas oportunidades y desafíos para todas las iglesias, esta congregación metodista libre, en particular, ha experimentado un momento intenso de crecimiento espiritual y pérdida personal.
De acuerdo con el valor de revelación otorgada por Dios que es parte del Estilo Metodista Libre, Nagunst alienta a su congregación a involucrarse con las Escrituras a nivel personal en lugar de hacer de las devociones una breve rutina. Ella aboga por reducir la velocidad y permitir que Dios hable a través de Su Palabra.
“Comencé a escribir mis devociones en nuestro grupo de Facebook e invité a la iglesia a participar en eso. Creo que esa es una de las razones por las que las personas dicen que están creciendo tanto. Es porque están aprendiendo acerca de las Escrituras. Realmente se involucran con ellas y dejan que les hablen. Van más allá de solo leerlas y seguir con su día”, dijo en una entrevista con Luz y vida. “He invitado a todo el mundo a leer un capítulo al día y luego a escribir en un diario lo que Dios les está diciendo”.
A las personas que no quieren escribir, las anima a que sigan pensando en lo que Dios está diciendo y si hay algo que Dios quiere que hagan.
«Comparto con la gente que la Palabra de Dios es una palabra viva y, en esa palabra viva, hay una relación que puedes tener con Dios que no tienes si no pasas tiempo en la Palabra”, explicó
La pastora contó que varias personas de 70 años se le han acercado para decirle que “han crecido más en el último año y medio en su relación con Dios que en el resto de su caminar juntos”. Luego, agregó: “El hecho de que una persona tenga 70 años no significa que no pueda crecer en su relación con Dios, y esta gente es un gran testimonio de eso”.
Nagunst dijo que fue difícil cuando la iglesia dejó de adorar en persona durante meses debido a la pandemia, “pero creo que Dios usó eso para acercarnos a Él de maneras nuevas y ayudarnos a mirar desde otro punto de vista y no aferrarnos al edificio como nuestra fuente. Él es nuestra fuente de vida”.
Chewelah es una ciudad pequeña, pero en crecimiento, de 2600 habitantes. La iglesia Abundant Life Fellowship es parte de la River Conference y ha crecido junto con Chewelah, ciudad que se ha convertido en un lugar de residencia para personas de edad avanzada.
“Una buena parte de las personas que son nuevas en nuestra iglesia son personas que se han mudado aquí una vez jubiladas”, dijo Nagunst. “Tenemos bastantes personas que vienen de California. Querían tener más espacio y propiedades más grandes”.
“Todos se conocen en esta ciudad, y eso puede ser algo bueno y también puede ser un perjuicio”, dijo. “Pero creo que la gente de este lugar tiene un corazón servicial y buscan ayudar a los demás cuando lo necesitan”.
En una ciudad conocida por el servicio mutuo entre los vecinos, Abundant Life tiene especialmente la reputación de ser un lugar donde las personas pueden encontrar ayuda independientemente de su afiliación a la iglesia. En lugar de realizar grandes programas de alcance, los miembros de Abundant Life se especializan en reconocer las necesidades y hacer todo lo posible para ayudar a las personas. Hace un tiempo, una mujer visitó la iglesia y mencionó que necesitaba ropa. “Entonces, una señora de la iglesia fue a una venta de garaje y vio ropa que era de la talla de la mujer y le compró tres cajas llenas de ropa”, dijo Nagunst, quien también compartió sobre una familia sin hogar que se convirtió en parte de la iglesia. “La madre se puso de pie en la iglesia y agradeció al Señor por la cálida bienvenida que la iglesia les había dado y la forma en que los amamos y apoyamos en medio de sus dificultades (…). De hecho, la mujer le entregó su vida al Señor el año pasado por la forma en que la iglesia los ha acogido y los ha hecho parte de su familia”.
Esta mujer humilde no es la única nueva creyente. Nagunst dijo que, de enero a marzo de 2020, “tuvimos siete personas que dieron su vida al Señor, y luego llegó el COVID y se hizo imposible reunirse”.
Dolor y apoyo
Después de meses en que “la gente estaba realmente entusiasmada con Dios y entregando sus vidas al Señor”, Nagunst dijo que la iglesia experimentó una época de tremenda pérdida y dolor. “Fue un año difícil para nosotros no solo por el COVID-19. Pienso en COVID-19 como la parte más fácil de las dificultades que atravesó nuestra iglesia. En diez meses, perdimos a ocho personas que eran parte de nuestra iglesia, y nuestra iglesia está formada por solo unas 60 personas. Es decir, más del 10% de nuestra congregación falleció y uno de ellos fue mi esposo”.
Las muertes fueron causadas por problemas de salud no relacionados con COVID-19. La causa oficial de la muerte de Craig fue catalogada como un ataque cardíaco, pero un médico le dijo que “probablemente fue un coágulo de sangre que entró en sus pulmones porque sucedió de repente”. Su muerte inesperada causó una gran conmoción.
“Me acababa de reunir con una de las mujeres de nuestra iglesia que había perdido a su esposo, para organizar su servicio conmemorativo”, dijo. “Cuando llegué a casa después de hablar con ella, Craig dijo que no se sentía bien”. Ella le preguntó si necesitaba ir al médico, y él dijo que sí y que ella debía conducir.
“Eso me llamó la atención porque en nuestros 32 años de casados, las únicas veces que conduje fueron cuando él estaba incapacitado. Puedes contarlas con una mano”, explicó. “En el camino al hospital, él tuvo una convulsión y no estaba consciente. Entonces, me detuve y comencé a dar resucitación cardiopulmonar y llamé al 911”. Los paramédicos llegaron y se hicieron cargo, pero no pudieron salvarle la vida.
“Realmente tenía que depender de Dios y, a veces, de la fuerza y la oración de los demás. Cuando no podía orar por mí misma, sabía que había otras personas orando por mí y conmigo. Nunca dejé de estar en contacto con otros líderes y pastores porque no quería pasar por esto sin la compañía de los demás”, dijo Nagunst.
Debido a las múltiples tragedias, los miembros de Abundant Life vivieron de primera mano el llamado bíblico de “llorar con los que lloran” (Romanos 12:15). Mientras Nagunst lloraba a su esposo, también se relacionaba con otras personas en duelo.
«Creo que, debido a que experimenté esa misma pérdida personalmente, pude ministrar bien a quienes pasaron por lo mismo”, dijo Nagunst, quien agregó que la muerte de su esposo la ayudó a “comprender mejor lo que estas personas estaban sufriendo y ellos también sabían que yo los entendía”.
Comentó que los miembros de la iglesia se sentían como soldados compartiendo una trinchera.
“Estamos todos juntos en esta dificultad. Todos hemos sido impactados por ella. Todos estamos en la misma lucha”, dijo. “Me sentí muy apoyada por nuestra congregación”.
Tres semanas después de la muerte de su esposo, Nagunst dirigió un servicio conmemorativo por otra persona que murió. Ella dijo que Dios “realmente me bendijo con poder estar completamente presente con aquellos que están en duelo, sin enfocarme en mí misma. Creo que los hombres y las mujeres de nuestra iglesia que sufrieron pérdidas pudieron hacer lo mismo por mí”.
La asistencia a la iglesia en persona ha disminuido debido a la pandemia, pero ella cree que Dios “está haciendo un trabajo más poderoso ahora de lo que estaba sucediendo cuando nuestra congregación era más grande y pienso que estamos llegando a más personas porque tenemos unos 150 seguidores en línea y todos los días entre 40 y 60 personas leen el devocional y entre 30 y 40 personas ven los servicios”. Ella y varias mujeres de su iglesia también están participando en una colaboración intercultural a través de un grupo de oración en línea con mujeres en un país asiático. Comentó que el grupo se reunía para orar por Zoom, pero los disturbios políticos dificultaron esas reuniones para las mujeres asiáticas; “sin embargo, todavía nos conectamos a través de Messenger y nos enviamos pedidos de oración”.
Siguiendo el llamado
Nagunst obtuvo una maestría en Formación Espiritual de Northwest Nazarene University y un doctorado en Liderazgo y Formación Espiritual del Portland Seminary, pero no siguió un camino típico hacia el ministerio pastoral a pesar de su largo llamado al ministerio.
“Técnicamente, la primera vez que sentí que Dios me llamaba al ministerio fue cuando estaba en séptimo grado. Estaba sentada en la iglesia y me dijeron: ‘Oh, esta noche vamos a compartir con algunos misioneros’”, recordó. “Hasta ese momento yo le decía al Señor: ‘Está bien, haré cualquier cosa por ti, pero no quiero ser misionera’. Esa noche, cuando escuché la historia de los misioneros, sentí el llamado de Dios en mi corazón para ser misionera”.
Sin embargo, cuando se convirtió en adulta, no se dirigió al campo misional como misionera de carrera. En cambio, ingresó a un tipo de servicio diferente.
“Terminé ingresando en la Fuerza Aérea y cumpliendo 20 años de servicio”, dijo Nagunst, quien se desempeñó como mecánica de aviones. “Antes de jubilarme en el año 2000, escuché muy claramente a Dios decir: ‘Encenderás a mi pueblo en la adoración cristiana’. Considero que ese fue el llamado oficial al ministerio que recibí en mi adultez”.
Por su trabajo en la Fuerza Aérea, la enviaron a diferentes lugares del mundo. La destinaron a Alemania por un tiempo y también a los estados de Arizona y Alaska.
Después de retirarse del Ejército mientras estaban en Alaska, ella y su esposo se quedaron allí hasta que sintieron que Dios los estaba llamando a otro estado. La elección de su próximo destino se originó con el deseo de orar por una iglesia fuera de Alaska.
“Aproximadamente en 2014, el Señor realmente colocó esta pequeña iglesia en el medio del noreste de Washington en mi corazón para orar por ella, así que comencé a orar por esa iglesia”, comentó. “Luego, compramos un terreno en la zona. Poco tiempo después, se abrió una vacante pastoral, y me ofrecí como candidata. Como ese sería mi primer pastorado, decidieron seguir buscando, lo cual estuvo bien”.
John Southwick se convirtió en pastor, y los Nagunst se mudaron al área unos meses después con el plan de vivir allí sus años de jubilación. La pareja construyó una cabaña y comenzó a “vivir fuera de la red eléctrica y realmente disfrutar eso”, dijo.
Pero Southwick sintió que el ministerio de Nagunst estaba lejos de acabar.
“De inmediato comenzó a usarme, así que me convertí en pastora asociada después de estar aquí durante aproximadamente un año. Cuando él se jubiló, me convertí en la pastora principal”, dijo Nagunst, cuyas otras experiencias ministeriales han incluido servir como capellana de prisión en Alaska y como directora espiritual a través de Soul Formation.
Nagunst dirige una congregación con muchas personas en edad de jubilación y anima a las personas a que no permitan que la edad límite su servicio a Dios y a otras personas.
“Pablo le dice a Timoteo que no menosprecie su edad, por ser joven, y creo que lo que he aprendido al estar aquí es que tampoco debemos menospreciar nuestra edad por ser demasiado viejos, porque Dios todavía está usando a personas de todas las edades para sus propósitos y sus obras”, dijo.
Jeff Finley es el editor ejecutivo de esta revista. Se unió al equipo de Light + Life en 2011 después de una docena de años de reportar y editar para Sun-Times Media. Es miembro de la Iglesia Metodista Libre John Wesley, donde su esposa, Jen, es la pastora principal.
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