Fe y trabajo
Muchos de nosotros dedicamos casi la mitad de nuestras vidas en todo aquello que se relaciona con el ámbito laboral. En el trabajo es donde la mayor parte de nuestras vidas se pasa. Para algunos, esto es agotador. Ellos odian el lunes por la mañana y empujan su cuerpo ya que necesitan el dinero que este provee. Por el contrario, otras personas aman su empleo. Son buenos en lo que hacen, y este les energiza. Es un lugar de seguridad, donde sienten que pueden alcanzar sus sueños, deseos, triunfos. Es en este lugar, o cumpliendo esta función, donde encuentran plenitud.
Usualmente olvidamos conectar nuestra fe con nuestro trabajo. No consideramos los motivos por los que Dios nos tiene en estos lugares, desarrollando estos roles No pensamos en las razones y significados que podemos traer a nuestro trabajo. Solamente nos centramos en como este nos hace sentir. ¿Qué tal si vemos nuestros empleos como una oportunidad de alabar a Dios? Como cristianos estamos llamados a servir a Cristo con nuestras vidas. Para algunos esto significa servir como pastores, líderes de jóvenes, o liderando una casa de paz. Otros sirven al Señor enseñando a los niños o cantando en el coro de la iglesia. Pero cuando el domingo ha terminado… se debe regresar a las labores fuera de la iglesia.
«Usualmente olvidamos conectar nuestra fe con nuestro trabajo. No consideramos los motivos por los que Dios nos tiene en estos lugares«…
Para muchas de estas personas entonces, el campo de misiones se encuentra en el comercio, en un taller, en un aula de clase o en la oficina. Ellos son los misioneros modernos, cuyo testimonio de vida y ética laboral es una carta abierta para aquellos que le rodean. Allí está la posibilidad de testificar, aconsejar y ser luz a través de las relaciones y oportunidades que tienen de compartir durante un descanso, la hora de almuerzo y/o en las actividades diarias.
Dios nos da capacidades; él nos ha dado destrezas, él nos ha dado el trabajo. El trabajo no es un castigo de Dios; por el contrario, es un don que Él nos ha regalado para honrarle. Cuando hacemos nuestro trabajo con excelencia, integridad y diligencia lo hacemos como un acto de adoración a Dios. Estamos mostrando la creación de Dios a un mundo no creyente alrededor nuestro. Y al hacerlo, estamos ganándonos el derecho a ser escuchados.
«Para muchas de estas personas entonces, el campo de misiones se encuentra en el comercio, en un taller, en un aula de clase o en la oficina. Ellos son los misioneros modernos«.
Debemos aprender que todo lo que hacemos es sagrado, no hay una separación entre el mundo secular y el mundo espiritual. No hay una separación de lo que hacemos el domingo y el lunes. Todo lo que realizamos es un acto de adoración a Dios. La iglesia no es el único lugar donde adoramos y el domingo no es el único día del calendario que tiene significado. Cada día es una oportunidad de honrar a Dios, porque a través del trabajo extendemos la misión de Dios y esto nos trae gran gozo y nos da propósito.
Finalmente, el trabajo es una oportunidad que tenemos de alabar a Dios. Como el apóstol Pablo le recuerda a la iglesia de Colosas, cuando escribe: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor” (Colosenses 3: 23-24).
Dr. Ricardo Gómez es el Director de Área para la Iglesia Metodista Libre en Latinoamérica. Él es presbítero y ha servido la iglesia como plantador de iglesias, pastor, profesor, y misionero entre otras. Está casado y tiene dos hijos.
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