Transformación profunda

por | Mar 2, 2021 | Multiplicar Discípulos

José Luis Ávalos, es un argentino de 38 años, quien actualmente vive en Encarnación (Paraguay), y en quien el Señor ha hecho una profunda obra de restauración.

La historia de quebrantamiento de José se remonta a su nacimiento. Ese día, José y su hermano mellizo, sufrieron la pérdida de su mamá debido a complicaciones en el parto. Al poco tiempo fueron abandonados por su padre, quedando totalmente huérfanos. Las autoridades pensaron separarlos para darles en adopción, sin embargo su abuela materna no lo permitió, se hizo cargo de ellos y se los llevó a Paraguay. Los niños crecieron, pero cuando aún eran jóvenes su abuela falleció.

A raíz de esta situación el mundo de José se derrumbó. Durante diez años trató de aliviar su dolor con alcohol, cigarrillo, drogas y salidas nocturnas. Un día conoció a una mujer con la que intentó restablecer su vida, tuvieron un hijo, pero tiempo después la relación se deterioró y finalmente se separaron. Esto llevó a José a caer en depresión, intentando suicidarse, y teniendo ataques de pánico. José trató de buscar ayuda en médicos, psicólogos, macumberos, brujos, pero todo fue inútil y cada vez se hundía más en los vicios; por las noches, cuando no estaba de fiesta, José le pedía a Dios a gritos que no lo abandonara y cambiara su vida.

En medio de esta situación conoció a Antonia Fleitas, madre de uno de sus compañeros de salidas nocturnas. Antonia estaba preocupada por su hijo y sus malas compañías; decidió invitar a José a asistir al servicio de adoración en la Iglesia Metodista Libre “Luz y Vida”. Al principio José se resistió a acompañarla, pero un día se encontraba profundamente afectado, desesperanzado, solo, triste y aturdido, así que aceptó la invitación. Desde ese día el Señor lo atrajo con cuerdas de amor. José abrió su corazón al Señor, y comenzó un proceso de sanidad y liberación; su vida comenzó a cambiar, el Señor llenó sus vacíos y le dio una identidad en Cristo. Como resultado José dejó todos sus vicios, se apartó de las malas compañías, y dio testimonio de su fe bautizándose.

Ahora José es alguien diferente. Alguien lleno de fe, esperanza y alegría; cada día ve cómo el Señor continúa transformándolo. Los pastores Manuel y Luz continúan discipulándolo, ayudándole a dar pasos de obediencia que lo mantienen en libertad y en la vida abundante que sólo Cristo puede dar.

Jose está tan agradecido con Dios por salvarlo y por dejarle experimentar su gloria y su amor, siempre que tiene la oportunidad comparte lo que Dios ha hecho en él con aquellos que atraviesan por situaciones similares a las que vivía. Esto ha llevado al surgimiento de una nueva iglesia comunitaria que está multiplicando nuevos discípulos.

 

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