Esperanza a un corazón contrito

por | Sep 16, 2025 | Oración | 0 Comentarios

Sobeida Ayoví llegó a estar en una situación desesperante, y ninguna palabra parecía consolarla. Presentaba un grave conflicto con sus hijos, quienes la habían agredido física y verbalmente, provocándole un profundo daño psicológico, sufriendo ansiedad, depresión e insomnio, lo que la llevó a contemplar quitarse la vida.

Cuando los momentos de ansiedad la dominaban, la familia oraba unida, pues esa era la única forma de traerle alivio y calma. Al pasar los días sin mejoras, decidieron buscar ayuda médica. Fue entonces cuando le diagnosticaron menopausia, lo cual, sumado a todo lo demás, complicó aún más su situación.

Con los tratamientos adecuados, comenzó a asistir al psiquiatra y al psicólogo, recibiendo la medicación prescrita. Día tras día se fue evidenciando su mejoría. Combinada con la oración, ella fue saliendo poco a poco del estado en que se encontraba.

Poco tiempo después, volvió a encontrarse con su esposo, de quien estaba separada debido a los conflictos generados con sus hijos durante la pandemia. Gracias a los medios de gracia, la misericordia y la consolación, ella empezó a buscar más a Dios. Aunque no sabía leer, su familia le leía las Escrituras y le explicaba la Palabra de Dios, enseñándole las promesas que Él ofrece, entre ellas que su familia estaría reunida nuevamente.

Hoy se observa un cambio notable en su semblante. Antes no podía conversar ni reír; permanecía aislada o dormida, con mirada apagada y pensando siempre en sus hijos. A la hora de comer, solía abstenerse porque los recordaba con dolor. Ahora, en cambio, su recuperación es evidente. Ella dice sentir gozo al orar y alabar a Dios. Aunque no conoce las letras de las alabanzas, ha buscado la forma de conectarse espiritualmente con Él.

Se percibe un cambio inmediato y el quebrantamiento de su corazón cada vez que ora. Antes solo lloraba sin decir palabra. Hoy, Dios ha respondido a su clamor: ella vive nuevamente con su esposo, en un pequeño cuarto. No ha perdido la esperanza de reunirse con sus hijos, así como recuperar la unión con su esposo. Todo esto es fruto de su clamor y entrega a Dios.

La familia celebra junto a ella, compartiendo alimentos y contemplando las muchas bendiciones que Dios ha manifestado en su vida. Le dan gracias a Dios por su respuesta, pues Él no rechaza un corazón contrito y humillado en Su presencia.

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