Generosidad y Oración Multiplicadora:  Principios del Reino para la Misión Integral

por | Feb 1, 2024 | Empoderar Iglesias | 0 Comentarios

 

Hace poco tuve la oportunidad de conversar con unos pastores de una iglesia Metodista Libre en Quito, Ecuador.  Ellos expresaron su agradecimiento a Dios por la manera en que Él estaba aumentando los recursos alimenticios del programa sabatino que ellos organizan para los niños del barrio marginado.  Mientras los pastores le daban a Dios la gloria por Su provisión, hablaban de una dependencia aprendida de Dios para las necesidades continuas del programa, así como para sus propias necesidades personales y familiares.  También noté en su historia dos lecciones o principios específicos que ellos habían aprendido a lo largo de los años: los principios de generosidad y oración multiplicadora. Estos dos principios del Reino son vitales en nuestro trabajo como agentes de transformación de Dios en nuestras comunidades.

Generosidad.  Cuando Dios bendice con finanzas, conocimiento y otros recursos, el pueblo de Dios comparte y transmite esas bendiciones. Los pastores dieron testimonio de cómo habían aprendido a compartir libremente incluso en tiempos de escasez y cómo Dios en Su infinita misericordia continuó supliendo siempre sus necesidades. También aplican este principio en la administración del programa infantil. Como sirven una comida semanalmente a los niños que a menudo vienen con hambre, no rechazan al niño que les pregunta si puede llevar algo de comida extra para su abuelo que tiene hambre en casa. Mientras siembran generosamente, Dios continúa evitando que se acabe el saco de arroz y el cántaro de aceite.

El principio de generosidad estaba activo en la iglesia primitiva del Nuevo Testamento y Dios llenó sus corazones de alegría (Hechos 2:45-47). Pablo nos recuerda que Dios ama al dador alegre. Dijo que Dios es poderoso para hacer que abunde en nosotros toda gracia, para que en todo y en todo tiempo, teniendo todo lo que necesitamos, abundemos en toda buena obra, para que seamos generosos en toda ocasión (2 Cor. 9:6-13).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oración multiplicadora.  El pueblo de Dios satura todo en oración, sin dejar de orar aún por las cosas materiales que comúnmente se consideran los artículos diarios que simplemente producimos con nuestro propio esfuerzo. ¡Esto incluye las cosas que creemos que a Dios no le preocupan! Cada semana, cuando el ministerio comienza a preparar la comida para los niños, los pastores de Quito oran para que Dios multiplique los ingredientes con los que preparan la comida. La cantidad de arroz y la cantidad de aceite no depende del dinero que puedan recaudar para comprar más ingredientes para la comida. En cambio, la cantidad depende absolutamente de la obra milagrosa de Dios cuando reconocen en oración que todo le pertenece a Él (Salmo 24:1).

 

 

Una de los pastores mencionó que ella pregunta al personal voluntario de cocina si también están pasando por alguna necesidad, por qué a veces reportan la falta de comida en sus hogares. Los voluntarios suelen responder que es porque no tienen trabajo o tienen un trabajo mal pagado y por eso no hay suficiente dinero para comprar los alimentos que necesitan.  La pastora les recuerda que se están olvidando de orar por lo que tienen, pidiéndole a Dios que lo bendiga y lo multiplique.

 En algún momento del camino, hemos adoptado la creencia de que los dominios físico y espiritual de la vida están separados y no tienen relación entre sí. Tendemos a orar sólo por aquellas cosas que percibimos como de naturaleza “espiritual” o por aquellas cosas que afectan nuestra vida espiritual.  Ésta es una falsa dicotomía.  Lo espiritual y lo material están muy conectados, por eso debemos orar por todo, confiando en que Dios multiplicará los recursos que nos ha dado (Filipenses 4:6,19). Jesús nos dio un vívido ejemplo de oración multiplicadora cuando oró para que Dios bendijera unos pocos panes y algunos peces. ¡Esos pocos recursos combinados con la oración multiplicadora dieron como resultado una comida copiosa para miles de hombres, mujeres y niños! (Mateo 14 y 15)

 

 

 

 

 

 Al comenzar este nuevo año, participemos con Dios en la restauración de nuestras comunidades poniendo estos dos principios en acción. Seamos generosos y pidámosle a Dios que multiplique los recursos que Él amablemente nos proporciona mientras trabajamos con Él para la transformación de nuestras comunidades.

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